Después de meses sin expresar todo lo que siente, cuesta
volver a la rutina de las infinitas experiencias no contadas. A veces nos
asustamos de lo que vemos e incluso de lo que no vemos. Me cuesta explicar esos
miedos, especialmente ahora. Supongo que la distancia lo hace todo más difícil
y la incertidumbre del saber como y cuando se me mete por debajo de los huesos,
haciéndome temblar, incluso. Tener dos vidas es complicado. Con gente
distinta, lenguaje distinto, costumbres distintas. Lugares y experiencias
nuevas. Conocimientos que adquiero a base de experiencia. Mirando, observando.
Pero sobre todo, entendiendo. He aprendido y desaprendido (si eso existe?)
tanto que me cuesta organizarlo todo en mi mente. He conocido partes de mi que
no me hubiera gustado conocer nunca, pero también algunas de las que yo misma
me he sorprendido. A todos nos cuesta diferenciar las personas que nos quieren
de verdad y las que no. Cuando las que crees que de verdad estarán ahí para
siempre te sorprenden, y es como aquella parte de tu corazón que tenías
especialmente reservada para ellos se destruyera de la forma más violenta
posible. Y no lo entiendes, porque en qué momento alguien te aviso de que algo
así podría suceder. Pero por suerte, también existen las personas que prometen
no dejarte nunca…y no lo hacen. Y es absolutamente maravilloso poder compartir esa
parte de tu vida con ellos. Somos humanos. Y como humanos reímos, lloramos,
queremos, nos enfadamos…pero también como humanos aprendemos a entender que no
todos somos como uno cree. Simplemente me parece impresionante que en el amor y
cariño no existan razas, colores, o edad. Cualquier tipo de amor. Amor de
pareja, de amigo…de profesor? No sé. Supongo que aquel último les resultará
raro a algunos. Pero me alegro tanto de ser aquella que lo entienda…Resulta
extraño pensar que hace apenas dos años eran todos extraños. Inexistente en mi
consciencia. Personas, lugares…todo. Un choque multicultural impresionante del
que al final acabas dependiendo. Enamorada de lo que conozco y de lo que me
queda por conocer. El mundo es mío. Y de todos.
Gracias a Dios tenemos la
libertad de ir, visitar y conocer. Viajar. Aprender a querer a los que los que
ahora son extraños se volverán una parte imprescindible de tu vida. La
distancia a veces duele y la impotencia de no poder ir y venir cuando me
apetezca duele todavía más. Pero tengo tiempo…y ganas. Gracias a los que me
cuidaron taaaaaaaaaaan bien…por aquellos que me trataron como su fuera su
propia hija…Me sigue constando analizar todo lo que has/habéis hecho por mi. Las cosas increíbles me has/habéis dicho de las que he aprendido tanto. Por lo que costo tantísimo decir adiós en el aeropuerto...sin duda el adiós más difícil de mi vida. Y solo de pensarlo se me
saltan las lágrimas. No sé si son de felicidad o de tristeza. Creo que un poco
de las dos. Es el miedo a ´no sé cuando volveré a verles.´Podrían ser años, muchos años...quien sabe. Soy de esas que cuando la gente le quiere se pregunta la razón. Y
la respuesta que me han dado siempre ha sido ´porque sí.´ Fair enough. Y
aquellos que se fueron o simplemente no estuvieron…mi madre siempre dice que no
hay peor desprecio que no hacer aprecio. Y aunque la escuche poco, esto a veces
hay que aplicárselo. Y cuesta, sí. Porque ignorar a alguien que te importa es
difícil. Pero perder el tiempo con alguien que no te quiere en tu vida es
derrochar increíbles momentos con otros que quieren estar a tu lado. Vivamos y aprovechemos al máximo todo lo que
tenemos y estemos dispuestos a vivir las experiencias que quedan por vivir. El
mundo es tuyo, también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario