.

lunes, 7 de mayo de 2012

Sueña que no estás triste.


La joven solo pudo respirar. Tumbada en la cama con los ojos cerrados, el corazón en
un puño y el alma susurrando sus recuerdos. El miedo a equivocarse o a haberse
equivocado. La historia de los temores.  Tener el presentimiento de que las cosas no irán
bien, e imaginar modificar lo que vendrá, por la cobardía de lo malo que pueda venir.
Y solo le quedaba soñar.  Dio un par de vueltas en su cómoda cama, intentando hacerle
un hueco a tantos sentimientos que ni siquiera ella conocía. O no quería conocer.
Pero pensó que era mejor así. Soñando libre. Sin un reloj que cuente las horas que
quedan. Sin un aviso previo. Tan solo con su mente.  Olvidando los motivos de su
sufrimiento. Y siendo un poco más feliz.  Soñando que no está triste. Con el corazón
hablando a gritos. Y cerrándole la puerta.  Porque a veces, aunque sea en pocas
ocasiones, tanto el corazón como la mente se equivocan, y la solución, simplemente,
está en soñar.