Vamos a describir el campo. Por qué? No sé. Porque es
bonito. No me refiero a un gran espacio donde se divisan las motañas a los
lejos y el viento sopla fuertemenete, dejando así los arboles desnudos y
partiendo incluso algunas ramas.
Me refiero a esas grandes explanadas donde parece que
incluso el verde de la hierba se refleja en el cielo. Cuando cierras los ojos se escucha la pureza
de lo vivo, simulando así un paraiso paralelo, llegando a conseguir escuchar la
voz de lo que no existe. Se observan los pájaros volar alrededor de rama en rama,
buscando un nuevo cobijo a la vez que surcan cada puesta de sol. Oh las
puestas de sol. Donde a veces se cierra los ojos por no poder creer tanta
belleza junta. Aquel lugar era bello. Los colores naranjas y azules del cielo
se mezclaban en el crepúsculo, dejando a las nubes un ligero tono rosado a su
vez, disfrutando asi de una armomía de color en lo alto de aquel campo. Bonito
lugar. Plasmado de árboles de diferentes tipos desprendiendo diferentes olores.
Siendo así capaz de conquistar tus sentidos con una simple ráfaga de sus
perfumes. Observando las hojas y sus diferentes pigmentos, colores difíciles de
reconocer de los que seguramente ni siquiera un experto en arte sabría decir el nombre
exacto con el que se denomina. Pero así fluye todo en armonía. Con la hierba plasmada
en el cielo que se funde en un sinfín de colores con el sol, acorde con el
sonido de los pájaros y la distinción de los árboles que a su vez son el hogar de algunos animales. Que bello es ser bello y que bello es reconocer que es bello.